Pasó una primavera. Pasó el estío. Pasará el otoño y los fríos de enero y febrero. Llegará renovada una florida primavera y con ella una Semana Santa temprana en el calendario por los caprichos de la luna de Nisán. Si, esa misma que alumbra ,desde el orbe, los primeros compases del caminar del Nazareno y de su bendita Madre de la Amargura antes de que por el horizonte de estas sierras despunte el rayo de sol lúgubre del Viernes Santo.
En 100 días nos volveremos a reencontrar con lo vivido, con lo que fuimos y seremos y, lo más importante aún, vivir en primera persona esas estampas soñadas durante la eterna espera. Nos imaginamos que nos tendrá reservado la Amargura en esta próxima madrugada. Dibujamos en nuestra mente lo que nos dicta nuestro sentimiento. Pedimos ante sus plantas cualquier día del año, que nos conserve y nos dé salud para poder acompañarla bajo sus trabajaderas, tras su manto o siendo penitente que ilumina su paso.
Vive esta antesala de lo que está por llegar, sin prisa. Verás como notas ese pellizco que en tu interior se intensifica, al pensar que "ya mismo vamos a estar liados" con esas frías noches de ensayo, compartiendo trabajaderas con nuestros costaleros amarguros.
Salud para todos ustedes. Ella, la Amargura, nos está esperando.
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