
La cita, como de costumbre, en la casa de hermandad. Noche cerrada en Guadalcanal. Hacía frío. No importaba. Allí habita el calor humano de los costaleros que arropan la noche gélida. Poco a poco van llegado las mismas caras de siempre. Sonrisas. Miradas cómplices. Saludos fraternales. Y caras nuevas con un brillo en los ojos que hacían ver la incertidumbre del costalero novel en esta cuadrilla. Alegría de los veteranos por ver cada año nuevas incorporaciones a la familia amargura.
Toma la palabra Eduardo, uno de los capataces, dio la bienvenida a todos para posteriormente indicar el procedimiento a seguir en el ritual de colocar a los hombres del costal bajo las trabajaderas del pasopalio de la Amargura. Desde la primera trabajadera a la última, la liturgia de la igualá conformó a la cuadrilla de la Amargura para la madrugá del Viernes Santo de presente año.
Se abrió el portalón de la Casa Hermandad. -"Nos vamos para la calle"- dijeron los capataces. Tras realizar las diferentes probaturas en el interior, el pasopalio encaró la puerta para realizar un ensayo de una hora de duración aproximadamente.
Al finalizar, los corrillos, con su refrigerio en mano, comentaban las batallitas que dio de sí la igualá, así como, las típicas historias que el mundo del costal amarguro ha dado en estos años de singladura.
La próxima cita será, si Dios quiere, el viernes 24 de marzo. Mismo sitio, misma hora. Y más ganas, si cabe, para estar junto a Ella. Caminante, el camino hacia la madrugá cada vez más cerca. Salud para todos, hermanos.
Ahí queó.
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