jueves, 9 de abril de 2015

Otra madrugá con la Amargura. Momentos previos.

Todo ocurrió durante las primeras horas de la madrugada del 3 de abril. La Luna de Nisán o Parasceve, casi dos mil años después, sigue siendo testigo privilegiado de los acontecimientos. Eran las 03.00 de la madrugada. Respiras hondo. Miras la estampa vieja que te dio hace años uno de los tuyos. Primer pellizco en el  "sentío". Coges el costal que, desde la tarde, tu madre con sumo cuidado dejó preparado en la cama de tu habitación. Sales de casa. Alzas la mirada al cielo. Raso, ni una nube. Brilla en plenitud la primera luna llena de primavera. Te santiguas. Pones rumbo al lugar de citación.Cuando llegas  allí estaban fieles a Ella y la devoción que llevan a gala. Primeros saludos. "Ya si que si" comentábamos.

Ni una voz más alta otra. Charlas tenues. Huele a café recién servido. "Vamos señores vayan haciendose los costales" indica uno de los capataces. Despliegas el costal, lo doblas con sumo cuidado de un lado y de otro. Centras la morcilla. Comienzas a dar las vueltas de rigor. Todo tiene que estar preciso. Terminas. El compañero con la mirada te dice "Kiyo ¿hazme el costal no?" vamos al lío..
Se hacen corrillos. Cada uno haciendo lo que tiene que hacer. Costales y ajustando la faja a los compañeros. El ritual de cada año se cumple. Tú me tiras de la ropa. Me buscas y tengo el honor de tirar la ropa del costalero que desde abajo con sus palabras nos vuelca el corazón en esas cinco horas. Todo dicho. "Finito y suave" .

El tiempo parece tener prisa. Son las 04.00 de la mañana. Ya estamos todos los costaleros amarguros. Se hace un circulo entorno a los capataces. Éstos dan sus ánimos correspondientes a su cuadrilla, arengan a los costaleros para que todo salga como tiene que salir, ni más ni menos, Repartidos los relevos, vamos al encuentro de Ella,  de la Amargura. Alguien susurra, "nos está esperando entre la oscuridad de la Iglesia".

Allí está la Amargura  presidiendo su pasopalio Un ascua de luz anaranjada brilla entre la penumbra silente y de oración de la Parroquia. Nunca estuvo sola. Juan el discípulo amado, agarra su mano para que no desfallezca al ver la pasión de su hijo, que por esta tierra Padre Jesús se llama. 

Segundo pellizco al contemplar su cara. ¿Eres capaz de aguantar su mirada? Rezas para ti y para ella, o mejor dicho hablas con Ella. Das gracias y pides. Te das la vuelta.  Vas de un lado a otro para hacer tiempo, básicamente aunque siempre tu mirada busca la de la Amargura. "Venga señores es nuestro día vamos a disfrutarlo que el año es muy largo" comentábamos algunos. Repartes algunas estampas que hiciste hace unos días con ese amigo tuyo que siempre está ahí.

Las caras de los chavales nuevos al ver todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor lo expresaban todo. Asombro por un lado y ganas muchas ganas, me pareció verles en sus rostros que por vez primera vivían una madrugá en Guadalcanal.

De repente un estruendo rompe el silencio. Se descorre la cerradura. Se abren las puertas. Sale la Cruz de Guía tras de ella dos regueros de nazarenos morados siguen su camino. "Son las cinco , es la hora" como decía aquel mítico pregonero. El paso de Nuestro Padre Jesús encara la puerta de Santa María y comienza a salir al encuentro del gentío oriundo y foráneo que aguarda desde hace rato la salida de la Cofradía.

Mientras tanto la Parroquia se va quedando sola. ¡Miento!, no esta sola, están sus nazarenos, sus devotos más fervientes y alguna que otra ausencia física. Siempre en el pensamiento. Los costaleros levantan el faldón de terciopelo. Se despojan de sus sudaderas. Se la anudan a la cintura. Se ajuntan el costal y "pá dentro" Te aíslas de todo. En tu mente solo, grabado a fuego, un nombre Amargura. Y que salga todo como Ella merece, Concentración y algún recuerdo vago de tu primera vez. Sabes que cuando el capataz dé los tres golpes al llamador, llame a Juan y éste conteste ya estará empezando a pasar y sabes que todo pasará en un suspiro como así fue.

Continuará...

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