Es difícil expresar un sentimiento llamado Amargura. Es difícil contar donde llega ese amor, ese dolor que recorre tu cuerpo y se va transformando en satisfacción, como la luna al sol. La luna callada y constelada, rodeada de estrellas. El Sol tan brillante y sencillo, rodeado de pajarillos que anuncian el final o el principio de una Madrugá, según donde se mire o a quien se mire… a cuantos niños le comenzó esa Madrugá con el despertar de un pajarillo, cuando la virgen no llora, cuando la virgen sueña con ese sueño que tienen esos hombres que sueñan con ese frió que despiertan sus pasiones y agrandan corazones.
Buena madrugá aquella la de 2010, la última que hemos vivido bajo las trabajaderas de nuestra Amargura por las calles de Guadalcanal.
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