lunes, 30 de septiembre de 2013

Antonio Illanes y su amistad con Antonio Castillo Lastrucci.

     Algo de Illanes; 


     Antonio Illanes nace en Umbrete, el 9 de Octubre de 1901 y muere el 2 de mayo de 1976 en Sevilla. Desde niño sintió una gran admiración por la madera, siendo unos de sus primeros trabajos las labores desempeñadas en un taller de carpintería.


     Estudió en la sección de Bellas Artes de La Escuela de Artes y Oficios, ganando en 1927 el primer premio de escultura de Ateneo de Sevilla, recibiendo en 1929 la imposición de la Orden Civil, por el propio Rey Alfonso XII, por su trabajo durante la Exposición Iberoamericana.


      Algunos de ustedes os estaréis preguntando, porqué este titulo, ya sabemos, que Antonio Illanes fue quien esculpió la talla de Nuestra Madre Amargura de Guadalcanal, y curiosamente Antonio Castillo Lastrucci es el autor de la talle de San Juan, el discípulo amado, el que siempre está a su a su lado. Han pasado muchos años desde entonces y el destino a querido que dos de sus tallas permanezcan para la eternidad unidas, al igual que esa amistad que tenían estos dos grandes artistas. 


      Hoy día, siguen tomando café en la calle San Antonio del cielo de Sevilla... dos grandes maestros, dos amigos en un infinito y profundo respeto... 

     En este articulo conoceremos el verdadero vinculo profesional y afectivo entre dos de los mas grandes escultores e imagineros sevillanos, Antonio Castillo Lastrucci (1882-1976) y Antonio Illanes Rodríguez. Aprovechando los testimonios escritos en la intima historia de los libros de Illanes, nos volcaremos en resaltar aquellos aspecto que de primera mano nos hace llegar el autor sobre Castillo Lastrucci y el mismo.

      "Conocí a Antonio Castillo Lastrucci en mis tiempos mozos, cuando mi inteligencia empezaba a despertarse con los estudios artísticos que recibía en aquella añorada escuela de bellas Artes, fundada por Murillo, situada en la plaza del Museo, vetusto  caserón con mucho de claustro. El imaginero, de paso, se asomaba a la ventana de nuestra clase que daba a la calle Bailén, para conversar con mi maestro Marco de la marcha de sus trabajos y de la enseñanza de su magisterio. Yo tímidamente, intervenía algunas veces en el diálogo y, desde entonces, la opinión que había formado de él, subsistió toda mi vida."

      Al correr de los años, estaba yo al tanto de su labor callada, paciente de esfuerzos titánicos. Proyectando desde la cúspide de la fama y éxito, le envidiaba con admiración su fecundo quehacer, creando imagines y mas imágenes para enriquecer el acervo artístico religioso de la ciudad.

      Castillo, incorruptible y candoroso, con el que estaba tan identificado, estaba lleno de intima ternura y galanteo, y, siempre que llegaba a casa nos traía un paquetito de dulces, le dije un día; ¿Cuales son sus horas de trabajo, Maestro? me contesto con sencillez de vocabulario:

      "La mañana, la tarde y la noche... y muchas madrugadas, para el artista no debe sonar la campana del reloj, el buril es un puñal que se hunde en las entrañas de la madera en su mas alto destino; hacer poesía con el cedro, con el ciprés, dar la media justa de lo que llevamos dentro." y se golpeaba el corazón, " huir del paganismo actual que esteriliza la creación, fugarse hacia lo ideal, hacia lo puro, hacia lo hermoso y no contaminando..." y prosiguió embragado como su propia imaginación,  "La inteligencia después de elevarse a Dios, que es su origen y centro, necesita descender a la tierra para cumplir su voluntad divina, el nuestro es el esculpir, como el rió que obedeciendo una ley de la Naturaleza, se precipita desde la alta montaña para confundirse con las olas de los mares," y continuó, " La pobreza es rica en sensaciones para el  hombre artista, pero ingrata para el artista hombre. Consagrarse el trabajo con la liberta de su instinto, con soberana voluntad y sacrificios humanos, no importa el cansancio, olvidarse de comer y de uno mismo ! Aún nos queda Dios¡ a la mañana siguiente ver la obra creada de la víspera, dar vueltas al rededor de ella, caer nuevamente en las gubias y, la batalla que necesariamente tenemos que ganar, vuelve a comenzar nuevamente con mas bríos."

Prosigue Illanes con su narración:

      "Desde la perspectiva descendente de su existencia, veíamos a Castillo con sus tremendos apuros, el alma agrietada, abatida, victimas de sus ideales mas puros. Se dolía de las ingratitudes y de las imcompresiones, le olvidamos en vida, el mas triste de los olvidos," (...) "le regatean en su arte  como si fuera mercadería barata; la escultura mas bella salida de sus manos, la Esperanza Trianera, desmentida de su paternidad" (...) " Dejemos, querido amigo, posturas humildes y curvatura de cerviz, que mas humillan que honran, y a la historia no se le puede escamotear un acontecimiento de tantas trascendencia, y usted, obvio es decirlo, ocupará en ella el lugar que le corresponde".

Respuesta de Castillo Lastrucci:

      " Querido amigo: tengo mucho gusto de adjuntarle los datos que desea. Pocos días después de la exposición Mariana (1929) celebrada en la parroquia del Salvador, el Hermano Mayor de la Esperanza de Triana, Don Francisco Flores y componente de la junta Don José Percio y M. Marchena, me encargaron la restauración de las manos de la Virgen, al quitarle la pintura vimos que los parpados eran de pasta, y se acordó hacer la mascarilla y las manos, que es lo que hoy tiene, y esto es todo lo que me complazco en manifestarle."
Sevilla octubre de 1963.


Añade Illane sobre el tema:

      "! Con cuanta sencillez dice " la mascarilla y las manos"  y "esto es todo" ¡ Es decir, la imagen toda, ya que es de las llamadas de candelero".

Ahora habla Illanes Sobre su difunto amigo; 

      "Sufrió todas las amargas y contrariedades sin cuento: cuadros sobrios que acompañan al artista hasta el sepulcro. Hubiera hecho fortuna de haber cobrado todas sus obras, pero, consecuentemente consigo mismo, no quiso que así fuera. Toda su vida se desenvolvió en una estrechez que ni siquiera sospechábamos, sin recursos económicos en sus últimos tiempos, sin un amigo que derramara en secreto el doble y santo consuelo del amor y de la mano abierta."  (...) " Poco antes de su muerte, enfermo su carne y su espíritu, me llevo  a su taller para mostrarle el ultimo Cristo que esculpiera a tamaño humano. Mientras yo admiraba la hermosa efigie, me confeso con un dejo de amargura y voz carcomida por los años "quieren comprármelo para la iglesia de una nueva barriada, me han ofrecido ocho mil duros... a plazos" Poco tiempo transcurrido el crucificado no estaba en su casa. Se lo habían llevado, seguramente, por los ocho mil duros, a plazos...  !Cómo las lavadoras¡...

      Antonio Castillo hundido en la nada, es historia viva y eterno recuerdo entre sus amigos y los que le reconocieron sus virtudes. Ya está en ese mundo ideal que se vive con la vida de los ángeles; aves de paso sobre la tierra... Y yo me lo seguiré encontrando."


      El maestro Illanes no fue discípulo de Castillo, ya que su maestro será Marco Diaz Pintado, no obstante, Antonio Castillo Lastrucci fue, y siempre será un maestro para todos los imagineros

                                                                       ¿Otro café maestro?  

      Y ahora yo me pregunto, si alguna vez hablarían de la Amargura y San Juan de Guadalcanal, si los caprichos del destino hicieron saber que esta amistad permanecería para siempre en forma de pasaje bíblico en el paso de palio de la Madruga de este pueblo, seguramente bajen del cielo, y quizás solo quizás lo idearon en uno de aquellos café, ya que es un conjunto estético perfecto.




 " Si esas sagradas maderas convertidas en tan venerables imágenes  hablaran...."